Fuente: Fotocasa
La forma en la que decoramos
nuestro hogar tiene una íntima relación en nuestro estado de ánimo. Dicho de
otra manera, la decoración de nuestra casa tiene un efecto directo en cómo nos
sentimos, tanto dentro como fuera de ella.
Así lo demuestran numerosos
estudios, que afirman que los muebles y objetos que tenemos en nuestra
vivienda, así como su orientación, la luz, los colores y los tejidos que la
componen, tienen una causa-efecto en nuestros pensamientos y en nuestras actividades
diarias.
Todos anhelamos tener el hogar
perfecto: que sea acogedor, que nos haga felices, que nos dé calma y serenidad,
y que desprenda algo único, algo nuestro. A continuación te desvelamos siete
trucos para conseguir una casa en perfecta harmonía contigo y los tuyos.
Orden y limpieza
Es quizás el punto más importante. Por muy bonita que sea una vivienda, si en ella no preside un orden y una limpieza casi impolutos el resto de puntos no servirán de mucho.
Una casa desordenada y sucia
puede influir en nuestros niveles de estrés e incluso en nuestra autoestima;
por ello, debemos poner especial énfasis en mantener nuestra vivienda limpia y
ordenada. Esto nos permitirá, además, respirar mejor, aprovechar más el espacio
y movernos por ella con mayor facilidad. Nuestra casa es nuestro reflejo, así
que manos a la obra y a mantenerlo todo en orden.
Sencillez
Menos es más… Pero con
moderación. Así como una vivienda sobrecargada y con excesiva decoración nos
puede llegar a generar estrés, ansiedad y hasta sensación de falta de aire, una
en la que reine el minimalismo también nos puede llevar a sentirnos vacíos e
incómodos.
Por lo tanto, la clave está en
saber escoger bien todos los elementos que conforman nuestra vivienda, siempre
acordes a nuestros gustos y nuestro estilo, pero intentando que exista una
coherencia estética entre ellos.
Comodidad
La estética es básica, pero la
comodidad lo es aún más. Recordemos que una casa no es un museo, es un lugar
para vivir; nuestro hogar. Por lo tanto, tiene que ser cómodo y acogedor, y nos
tiene que hacer sentir bien por encima de todo.
No hay una regla universal sobre
cómo hacer que nuestra vivienda sea “cómoda”, pero sí que hay pequeños trucos
que podemos seguir. Por ejemplo, debemos intentar evitar que los muebles en los
que pasamos más horas, como la cama, el sofá, los sillones, la mesa y las
sillas del comedor o la cocina, sean demasiado rígidos o demasiado blandos, por
muy bonitos que resulten.
También tenemos que intentar
elegir los muebles y la decoración acorde al tamaño de las estancias. Además,
es recomendable no mezclar los espacios; por ejemplo, no tener el escritorio
donde dormimos o donde nos relajamos viendo la televisión o leyendo un libro.
Si no disponemos de espacio suficiente siempre podemos recorrer a separadores
de estancias.
Iluminación
La iluminación es otro de los
puntos clave. Cuántas veces hemos oído eso de “es una vivienda con mucha luz”.
La luz natural es la que más vida da a una casa. Varios estudios demuestran que
esta estimula la producción de endorfinas y serotonina, las encargadas de que
nuestro corazón y nuestro estado anímico funcionen a la perfección. Así que
siempre que sea posible debemos intentar recurrir a ella.
La luz artificial también influye
en nosotros de forma directa, según su tonalidad. Las luces cálidas crean
atmósferas más acogedoras, mientras que las blancas producen sensación de
nerviosismo e incertidumbre. Sin embargo, según la estancia, es importante
elegir unas u otras.
Podemos utilizar una luz cálida
en el salón y en el dormitorio, para leer o relajarnos, mientras que en la
cocina o el estudio es más habitual recurrir a la luz blanca, ya que al
hacernos sentir más tensos y alerta desarrollaremos nuestras tareas de forma
más consciente.
Olor
Los olores son otro de los puntos
clave en nuestro estado de ánimo, y es que cuando nuestro olfato percibe
estímulos agradables nuestro cuerpo genera endorfinas automáticamente.
Un olor concreto nos puede
transportar a muchos lugares sin movernos de sitio. Y no hace falta decir lo
importante que es que una vivienda huela bien. Siempre tenemos que elegir el
olor que más se ajuste a nosotros, para que nos haga sentir a gusto y para que
además concuerde con nuestra casa. Sin embargo, no hay que caer en la trampa de
perfumar demasiado una estancia o la vivienda entera, ya que corremos el riesgo
de que resulte demasiado empalagoso e, incluso, nos puede llegar a molestar.
Los olores frescos siempre son
una buena opción. Se suelen usar en los lugares en los que pasamos más tiempo,
como el dormitorio o el salón. Si queremos arriesgar o dar un toque diferente a
alguna estancia podemos optar por olores más frutales o cálidos, como el de
rosa o vainilla.
Colores
Los colores con los que vestimos
la casa también influyen en nuestro estado de ánimo. De hecho, cada color tiene
uno o varios significados distintos, y hasta se han desarrollado varias teorías
sobre “la psicología del color”. A la hora de elegir los colores tenemos que
tener en cuenta el estilo con el que está decorado nuestro hogar y si van a
concordar con los muebles que ya hay en él.
Los colores claros, como el
blanco, el beige o el salmón pálido, suelen ser los más adecuados, ya que
potencian y aportan calidez, luminosidad y sensación de amplitud. Los cálidos,
como el gris o el marrón, aunque quizás resulten más arriesgados, también son
una buena opción de cara a los meses más fríos del año, ya que aportan
incandescencia. Por su lado, los tonos fríos, aunque no gustan a todo el mundo,
nos ayudan a relajar. Nos referimos al verde, el malva, el azul, en su
tonalidad clara.
Debemos intentar evitar los
colores fuertes o saturados, como el rojo, el negro, el naranja, el azul
oscuro, etc., ya que generan nerviosismo y además empequeñecen el espacio.
Flores y plantas
Además de su belleza, las flores
y las plantas aportan innumerables beneficios. Como sabemos, mediante la
fotosíntesis, las plantas absorben el dióxido de carbono y lo transforman en
oxígeno, por lo que nos ayudan a respirar mejor. Además, está demostrado que
cuidar una planta, verla crecer y florecer contribuye a mejorar la calidad de
nuestros pensamientos, y debido a su capacidad de generar humedad en el
ambiente, pueden ayudar a disminuir la electricidad estática de casa.
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